Se llamaba Marisela Escobedo. Fue una madre coraje que no se cansó de pedir justicia para su hija Rubí, de 16 años, asesinada en agosto de 2008 presuntamente a manos de su ex-pareja, Sergio Barraza Bocanegra. Su obstinación logró que la policía no dejara el caso en el olvido y detuviera al supuesto agresor que, sin embargo, fue liberado poco después por los Tribunales al considerar que no había pruebas suficientes. Marisela no cejó en su empeño y, aun amenazada de muerte, llevó su reivindicación hasta las mismas puertas del Palacio de Gobierno de Chihuahua. Si debía morir, dijo, que fuera allí para "vergüenza del Gobierno". Así fue. El 16 de diciembre tres balazos acabaron con su vida.
La opinión pública y la comunidad internacional recibieron consternados la noticia. La paradoja es que hasta los propios narcos se han ofrecido a dar con los asesinos de Marisela.
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